miércoles, 8 de marzo de 2017

Si no disfrutas no insistas, déjalo

Si decides emprender, y durante este proceso sufres… ¡déjalo! Ya llegará tu momento.

En estos últimos años, cuando la mal llamada crisis económica, se instauró  en nuestra sociedad, apareció en muchísimos de nosotros la necesidad de autoemplearnos.

La imaginación y la creatividad se despertó de un largo letargo, surgiendo una corriente de nuevas e infinitas posibilidades, que hasta ese momento nadie había soñado que existiesen. 

Por mi parte, retomé el diseño que ya lo tenía algo olvidado, porque mi vida profesional  me había llevado por otros derroteros, y volví a diseñar tarjetas de visita, flyers, catálogos… y hasta invitaciones de boda. Todo ello a salto de mata y alternándolo con otras actividades, pero cuando llegó el momento de profesionalizarlo en serio… algo no funcionó.




De ese periodo aprendí cosas que ahora quiero compartir contigo con vosotros, ayudaros y que no cometáis mis mismos errores. Ya iréis viendo que nosotros somos diferentes, y que no solo estamos aquí para vender nuestro producto, nosotros, nuestro pequeño equipo y yo, estamos aquí para echaros una mano y compartir lo que sabemos, para nutrirnos mutuamente de las experiencias de cada uno.

Como dice el titulo, del libro de Risto Mejides “No busques empleo. 50 excusas para no autoemplearse” ante la idea de emprendimiento, siempre tenemos muchas más de 50 excusas  para demorar, aplazar e incluso desechar el proyecto, que sabemos a ciencia cierta, que podría cambiar nuestras  vidas.

Desde que la idea de nuestro negocio nos aparece en la cabeza, y pasado el subidón y la emoción inicial, cuando ya nos tranquilizamos e intentamos verlo de forma objetiva, el miedo empieza a hacer estragos boicoteando nuestro impulso e ilusión inicial…

Pero Atención, que  aquí viene la razón de este post.
Seamos realistas y lógicos… No todo el mundo tiene el carácter de emprendedor,  y  aunque todos lo tuviésemos,  no en todos los periodos  de nuestra vida estamos preparados para embarcarnos en esa aventura.




 No siempre disponemos de la energía, las ganas, la ilusión y la fuerza que nos hace falta para  sacar adelante un proyecto. Hay momentos en los que ni siquiera tenemos ideas o sueños por los que luchar…

 Y no pasa nada… ¡ya llegarán! ¡Ya llegará el momento!

Tenemos que desprendernos de creencias falsas y limitantes, y aprender que no sirve de nada forzar situaciones. Es absurdo, porque  eso solo nos llevará al más estruendoso de los fracasos.

Por muchas frases motivadoras y en tonos pastel que leamos, por mucho que nos digan que si tenemos limones hagamos limonada… Solo lograremos, con ese esfuerzo obsesivo,  frustrarnos más al ver, sobre todo en las redes sociales, que somos incapaces de salir adelante airosos y felices,  como se supone que lo hace el resto de los mortales, y así  hundirnos aun más en nuestra propia miseria.




Mi propuesta, y esto digo por mi experiencia personal, es sentarnos a pensar, a escucharnos, a escuchar nuestro corazón, nuestra intuición, alejarnos del ruido, y cuando digo ruido me refiero a todo lo que enturbia nuestros pensamientos  (blocs, redes sociales, tazas, láminas, consejos de amigos, parientes… preservarnos de todas esas influencias externas, que aun con buenas intenciones, solo hace que no escuchemos muestro yo interior.

Siéntate tranquilamente, tomate tu tiempo y responde a estas preguntas con la mayor sinceridad posible... 

¿En qué momento de mi vida estoy?

¿Qué quiero realmente?

¿Porqué lo quiero?

¿Qué estoy dispuesto a sacrificar?

¿De cuánta energía dispongo?

¿Hasta dónde quiero llegar?


Una vez tengas más o menos esto claro… (Digo más o menos, porque durante ese proceso  las respuestas irán cambiando) entonces será el momento de crear los cimientos  para luego ir dando forma a los sueños

Será el momento de ir trabajando de forma constante pero sin prisas ni atropellos. Dejando fluir y disfrutando de todo lo que vaya aconteciendo en ese apasionante viaje.





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